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miércoles, julio 17, 2024
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    Lucas 20 - Reina Valera 1862

    La autoridad de Jesús

    1. Y ACONTECIÒ un día, que enseñando él al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, sobrevinieron los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, con los ancianos,

    2. Y le hablaron, diciendo: Dínos ¿con qué autoridad haces estas cosas: o quién es el que te ha dado esta autoridad?

    3. Respondiendo entónces Jesús, les dijo: Preguntáros he yo también una palabra; respondédme:

    4. ¿El bautismo de Juan, era del cielo, o de los hombres?

    5. Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo; dirá: ¿Por qué pues no le creisteis?

    6. Y si dijéremos: De los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están ciertos que Juan era un profeta.

    7. Y respondieron, que no sabían de donde había sido.

    8. Entónces Jesús les dijo: Ni yo os digo tampoco con qué autoridad hago yo estas cosas.

    Los labradores malvados

    9. Y comenzó a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y la arrendó a unos labradores, y se ausentó por mucho tiempo.

    10. Y al tiempo oportuno envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores hiriéndole, le enviaron vacío.

    11. Y volvió a enviar otro siervo; y ellos a éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío.

    12. Y volvió a enviar al tercer siervo; y también a éste echaron herido.

    13. Entónces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? enviaré mi Hijo amado: quizá cuando a éste vieren, le tendrán respeto.

    14. Mas los labradores viéndole pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero: veníd, matémosle, para que la herencia sea nuestra.

    15. Y echándole fuera de la viña, le mataron: ¿Qué pues les hará el señor de la viña?

    16. Vendrá, y destruirá a estos labradores; y dará su viña a otros. Y como ellos lo oyeron, dijeron: Guarda.

    17. Mas él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores, esta vino a ser cabeza de la esquina?

    18. Cualquiera que cayere sobre aquella piedra será quebrantado; mas sobre el que la piedra cayere, le desmenuzará.

    La cuestión del tributo

    19. Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, mas tuvieron miedo del pueblo; porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola.

    20. Y acechándole, enviaron espiones que se simulasen justos, para tomarle en sus palabras, para que así le entregasen a la jurisdicción y a la potestad del presidente:

    21. Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas bien; y que no tienes respeto a la persona de nadie, ántes enseñas el camino de Dios con verdad.

    22. ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?

    23. Mas él, entendida la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentais?

    24. Mostrádme una moneda. ¿De quién tiene la imágen, y la inscripción? Y respondiendo, dijeron: De César.

    25. Entónces les dijo: Pues dad a César lo que es de César; y lo que es de Dios, a Dios.

    26. Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo: ántes maravillados de su respuesta, callaron.

    La pregunta sobre la resurrección

    27. Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron,

    28. Diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente a su hermano.

    29. Fueron pues siete hermanos; y el primero tomó mujer, y murió sin hijos.

    30. Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.

    31. Y la tomó el tercero: asimismo también todos siete; y no dejaron simiente, y murieron.

    32. Y a la postre de todos murió también la mujer.

    33. En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer.

    34. Entónces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento;

    35. Mas los que fueron tenidos por dignos de aquel siglo, y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.

    36. Porque no pueden ya más morir; porque son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.

    37. Y que los muertos hayan de resucitar, Moisés aun lo enseñó junto al zarzal, cuando dice al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob.

    38. Porque Dios, no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven en cuanto a él.

    39. Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.

    40. Y no osaron más preguntarle algo.

    ¿De quién es hijo el Cristo?

    41. Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?

    42. Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Asiéntate a mi diestra,

    43. Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus piés.

    44. Así que David le llama Señor, ¿cómo pues es su hijo?

    Jesús acusa a los escribas

    45. Y oyéndolo todo el pueblo, dijo a sus discípulos:

    46. Guardáos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas; y las primeras sillas en las sinagogas; y los primeros asientos en las cenas:

    47. Que devoran las casas de las viudas, simulando larga oración: estos recibirán mayor condenación.