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jueves, julio 18, 2024
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    Hechos 16 - Reina Valera 1990 (Adventista)

    Timoteo acompaña a Pablo y a Silas

    1. Después Pablo llegó a Derbe y a Listra, donde había un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego.*

    2. De él daban buen testimonio los hermanos que estaban en Listra y en lconio.

    3. Pablo quiso que Timoteo fuese con él. Y tomándolo, lo circuncidó por causa de los judíos de aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego.

    4. Al pasar por las ciudades, entregaban a los hermanos, para que las guardasen, las decisiones tomadas por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén.

    5. Así, las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día.

    La visión del varón macedonio

    6. Atravesaron la región de Frigia y Galacia, y el Espíritu Santo les impidió hablar la Palabra en Asia.

    7. Al llegar a Misia, intentaron ir a Bitinia; pero el Espíritu de Jesús no les permitió.

    8. Pasando a Misia, descendieron a Troas.

    9. Y de noche Pablo tuvo una visión de un hombre macedonio que se puso ante él, y le rogó: "Pasa a Macedonia, y ayúdanos".

    10. Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.

    Encarcelados en Filipos

    11. Zarpando de Troas, vinimos derecho a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis.

    12. De allí a Filipos, que es la principal ciudad del distrito de Macedonia y una colonia romana. Y estuvimos en esa ciudad algunos días.

    13. El sábado salimos fuera de la ciudad, junto al río, donde suponíamos que había un lugar de oración. Y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.

    14. Una de ellas llamada Lidia, que vendía púrpura de la ciudad de Tiatira, respetuosa de Dios, estaba oyendo. El Señor abrió su corazón para que estuviera atenta a lo que Pablo decía.*

    15. Y cuando ella fue bautizada junto con su familia, nos rogó: "Si habéis juzgado que soy fiel al Señor, entrad en mi casa, y hospedaos en ella". Y nos instó a quedarnos.

    16. Un día en que íbamos a la oración, salió a nuestro encuentro una muchacha esclava, que tenía un espíritu adivinador, y adivinando daba mucha ganancia a sus amos.

    17. Nos seguía a Pablo y a nosotros, y gritaba: "Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y anuncian el camino de la salvación".

    18. Repitió esto por muchos días. Y como desagradó a Pablo, él se volvió y dijo al espíritu: "En el Nombre de Jesucristo, te mando que salgas de ella". Y salió en el mismo instante.

    19. Los amos de la muchacha, al ver que se había ido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los arrastraron al foro, ante las autoridades.

    20. Y presentándolos a los magistrados, dijeron: "Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad.

    21. "y enseñan costumbres que los romanos no podernos aceptar ni practicar".

    22. Y se agolpó el pueblo contra ellos. Los magistrados ordenaron que les quitaran la ropa, y los azotaran.*

    23. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad.

    24. Al recibir esta orden, el carcelero los llevó al calabozo interior, y les aseguró los pies en el cepo.

    25. Pero a medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.

    26. Entonces de repente, se produjo un terremoto tan fuerte, que los cimientos de la cárcel se conmovieron, todas las puertas se abrieron, Y las cadenas de todos se soltaron.

    27. El carcelero despertó, y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada para matarse, pensando que los presos se habían huido.

    28. Pero Pablo clamó a gran voz: "No te hagas ningún mal, que todos estamos aquí".

    29. Entonces, pidiendo luz, el carcelero se precipitó adentro. Y temblando, se echó a los pies de Pablo y de Silas.

    30. Los sacó de allí, y les dijo: "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?"

    31. Ellos respondieron: "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa".

    32. Y le hablaron la Palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.*

    33. Y tomándolos en aquella misma hora de la noche, el carcelero les lavó las heridas de los azotes. Y en seguida fue bautizado él y todos los suyos.

    34. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa. Y se alegró con toda su casa por haber creído a Dios.

    35. Cuando fue de día, los magistrados enviaron a los alguaciles, a decir: "Deja ir a esos hombres".

    36. El carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: "Los magistrados han enviado a decir que seáis sueltos. Así que ahora salid, e id en paz".

    37. Entonces Pablo les dijo: "A pesar de ser nosotros ciudadanos romanos, nos azotaron públicamente, sin habernos juzgado, y nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos sueltan encubiertamente? No, de cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos".

    38. Los alguaciles avisaron a los magistrados, quienes tuvieron miedo al oír que eran romanos.

    39. Vinieron, y los apaciguaron. Y sacándolos, les rogaron que se fueran de la ciudad.*

    40. Entonces salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia; y habiendo visto a los hermanos, los animaron, y se fueron.