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    1 Samuel 25 - Biblia Castilian 2003

    David y Abigail

    1. Murió Samuel, y todo Israel se congregó para hacer duelo por él. Lo sepultaron en una heredad suya, en Ramá. David partió y bajó al desierto de Maón.

    2. Hab a en Maón un hombre que ten a su hacienda en Carmelo. Era muy rico: ten a tres mil ovejas y mil cabras. Hallábase a la sazón en Carmelo para el esquileo de sus ovejas.

    3. Este hombre se llamaba Nabal, y su esposa Abigail. Ella era mujer de mucha cordura y agraciada, pero su marido era brutal y de mal comportamiento. Era del linaje de Caleb.

    4. Supo David en el desierto que Nabal estaba esquilando las ovejas

    5. y despachó a diez jóvenes, a quienes dijo: "Subid hasta Carmelo, llegaos a Nabal y saludadlo en mi nombre,

    6. diciendo as a mi hermano: "¡La paz sea contigo, con tu casa y con cuanto te pertenece!

    7. He sabido que estás de esquileo. Pues bien, tus pastores han estado con nosotros y nunca los hemos molestado ni les ha faltado nada durante todo el tiempo que estuvieron en Carmelo.

    8. Pregunta a tus criados y te lo dirán. Que estos jóvenes cuenten con tu favor, ya que hemos llegado en un d a de fiesta. Dales, te ruego, lo que encuentres a mano a tus siervos y a tu hijo David"".

    9. Llegaron, pues, los jóvenes de David, transmitieron a Nabal este mensaje en nombre de David y se quedaron esperando.

    10. Pero Nabal respondió a los siervos de David: "¿Quién es David y quién el hijo de Jesé? Muchos son hoy los siervos que andan huidos de sus amos.

    11. ¿Voy a tomar mi pan, mi agua y los animales que he matado para mis esquiladores, y se los voy a dar a gentes que no sé de dónde son?".

    12. Volviéronse los jóvenes de David por su camino y cuando llegaron le trasmitieron a David estas palabras.

    13. Dijo entonces David a sus hombres: "C ase cada uno su espada". Todos ellos se ci eron la espada, y David la suya. Luego emprendieron la subida en pos de David unos cuatrocientos hombres, quedando doscientos al cuidado del bagaje.

    14. Uno de los criados hab a dado este aviso a Abigail, esposa de Nabal: "Mira que David ha enviado mensajeros desde el desierto para saludar a nuestro amo, pero él los ha despachado de mala manera.

    15. La verdad es que esos hombres fueron muy buenos con nosotros, pues ni nos han molestado ni nada nos ha faltado mientras anduvimos con ellos por el campo.

    16. Han sido para nosotros como un muro de noche y de d a mientras estábamos con ellos apacentando el ganado.

    17. Ahora, pues, recapacita y mira lo que has de hacer, porque es cosa decidida la desgracia de nuestro amo y de toda su casa, ya que es un hombre tan perverso que no se puede tratar con él".

    18. Abigail tomó apresuradamente doscientos panes, dos odres de vino, cinco carneros ya aderezados, cinco medidas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientas tortas de higos secos y lo cargó todo sobre asnos.

    19. Dijo luego a sus criados: "Id por delante, que yo os seguiré". Pero a Nabal, su marido, no le dijo nada.

    20. Cuando ella, montada en un asno, bajaba al socaire del monte, se presentó David con sus hombres que bajaban a su encuentro, y se tropezó con ellos.

    21. David se hab a dicho: "Realmente, en vano he guardado yo cuanto este hombre tiene en el desierto y he hecho que nada de lo suyo se perdiera, pues él me ha devuelto mal por bien.

    22. Que Dios haga esto a David y aun le a ada lo otro, si de aqu a ma ana dejo con vida a un solo varón de los suyos".

    23. Tan pronto como Abigail vio a David se apresuró a bajarse del asno y cayendo rostro en tierra ante David, se prosternó.

    24. Luego, echándose a sus pies, exclamó: "¡Que la culpa, oh se or, caiga sobre m ! Pero permite que tu sierva hable en tu presencia y d gnate escuchar las palabras de tu sierva.

    25. Que mi se or no preste atención a un hombre perverso como Nabal, porque él es lo que su nombre significa: se llama Nabal y es realmente un insensato. Pero yo, tu sierva, no vi a los jóvenes que tú, mi se or, enviaste.

    26. Ahora, mi se or, por la vida de Yahveh y por la tuya, por Yahveh, que te ha impedido derramar sangre y hacerte justicia por tu propia mano, que tus enemigos y cuantos intentan el mal contra mi se or sean como Nabal.

    27. Y ahora, este presente que te ofrece tu sierva a ti, mi se or, sea distribuido entre los jóvenes que siguen a mi se or.

    28. Perdona, te suplico, la falta de tu sierva, porque Yahveh hará una casa estable a mi se or, puesto que mi se or combate las guerras de Yahveh, y el mal no te alcanzará en tus d as.

    29. Y aunque un hombre se levanta para perseguirte y atentar contra tu vida, la vida de mi se or está guardada en el haz de los que viven ante Yahveh, tu Dios, mientras la vida de tus enemigos será puesta en el hueco de la honda.

    30. Cuando Yahveh haya cumplido a mi se or todo el bien que te ha prometido y te haya establecido por jefe de Israel,

    31. que no sirva para ti, mi se or, de turbación ni de remordimiento de corazón el haber derramado sangre sin causa y el haberse vengado mi se or por s mismo. Y cuando Yahveh haya colmado de beneficios a mi se or, acuérdate de tu sierva".

    32. Respondió David a Abigáil: "¡Bendito Yahveh, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro!

    33. ¡Bendita tu prudencia, y bendita tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano!

    34. Y ciertamente, por la vida de Yahveh, Dios de Israel, que me ha preservado de hacerte mal, que, si no te hubieras apresurado a venir a mi encuentro, no le quedar a a Nabal varón alguno al despuntar el alba".

    35. Recibió luego David de las manos de ella cuanto le hab a tra do y le dijo: "Sube en paz a tu casa. Mira: he atendido a tu voz, y accedo a tu petición".

    36. Cuando Abigail volvió a casa de Nabal, éste estaba celebrando un fest n regio en su casa, y su corazón estaba alegre, pues estaba embriagado en demas a, por lo que nada le dijo ella, ni poco ni mucho, hasta el clarear del alba.

    37. Por la ma ana, libre ya Nabal del efecto del vino, le contó su mujer todo, y se le quedó paralizado el corazón y como si fuese una piedra.

    38. Pasados unos diez d as, Yahveh hirió de muerte a Nabal, que falleció.

    39. Cuando supo David que Nabal hab a muerto, exclamó: "¡Bendito sea Yahveh, que me ha hecho justicia por el ultraje que recib de Nabal, y que ha preservado a su siervo de cometer el mal, mientras que ha hecho recaer la maldad de Nabal sobre su propia cabeza!". Luego David mandó a decir a Abigail que quer a tomarla por esposa.

    40. Llegaron, pues, los servidores de David a Carmelo para ver a Abigail y le dijeron: "David nos env a a ti para tomarte por su esposa".

    41. Ella se levantó, se postró rostro en tierra y dijo: "Tu sierva es como una esclava para lavar los pies de los servidores de mi se or".

    42. Y en seguida se levantó, montó en un asno y, acompa ada de sus cinco criadas, se fue tras los mensajeros de David, quien la tomó por esposa.

    43. David hab a tomado también por esposa a Ajinoán de Yizreel; ambas fueron esposas suyas.

    44. Saúl hab a entregado a Mical, su hija, esposa de David, a Palt, hijo de Layis, de Gal n.