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    1 Samuel 26 - Biblia Castilian 2003

    David perdona la vida a Saúl en Zif

    1. Los de Zif fueron a Guibeá, donde estaba Saúl, para decirle: "¿No sabes que David está escondido en la colina de Jaquilá, frente al páramo?".

    2. Saúl bajó entonces al desierto de Zif, acompa ado de tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David por el desierto de Zif.

    3. Acampó Saúl en la colina de Jaquilá, que está frente al páramo, junto al camino. Andaba David por el desierto; y al ver que Saúl hab a venido en su busca al desierto,

    4. envió esp as para cerciorarse del lugar exacto adonde Saúl hab a llegado.

    5. Emprendió David la marcha hacia el lugar en que hab a acampado Saúl. Observó David el sitio donde estaba acostado Saúl, as como Abner, hijo de Ner, jefe del ejército. Saúl dorm a en el centro del campamento, y la tropa acampaba a su alrededor.

    6. Dirigiéndose David a Ajimélec, el hitita, y a Abisay, hijo de Servia, hermano de Joab, les dijo: "¿Quién quiere bajar conmigo al campamento donde está Saúl?". Contestó Abisay: "Yo bajaré contigo".

    7. Llegáronse David y Abisay, de noche, hasta la tropa y vieron que Saúl estaba acostado y durmiendo en el centro del campamento, con su lanza clavada en el suelo a su cabecera, y que Abner y la tropa estaban acostados alrededor de él.

    8. Dijo entonces Abisay a David: "Dios ha entregado hoy a tu enemigo en tus manos. Ahora pues, déjame clavarlo con su lanza en el suelo de un solo golpe; no tendré que repetirlo".

    9. Pero David respondió a Abisay: "No lo mates; pues ¿quién que haya puesto su mano sobre el ungido de Yahveh puede permanecer impune?".

    10. Y a adió David: "Por vida de Yahveh, que ha de ser Yahveh quien lo mate; cuando llegue su d a morirá, o tal vez perezca al entrar en combate.

    11. Pero l breme Yahveh de poner mi mano sobre el ungido de Yahveh. Toma ahora la lanza que está a su cabecera y el jarro de agua, y vámonos".

    12. Tomó, pues, David la lanza y el jarro de agua que hab a a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie los vio, nadie se dio cuenta, nadie se despertó; todos ellos dorm an, porque un profundo sue o enviado por Yahveh se hab a apoderado de ellos.

    13. David pasó al otro lado y, colocándose sobre la cima de la colina, lejos, a gran distancia de ellos,

    14. empezó a gritar a la tropa y a Abner, hijo de Ner, diciéndoles: "¿No me responderás tú, Abner?". Abner respondió: "¿Quién eres tú para gritar as al rey?".

    15. David contestó a Abner: "¿No eres tú un hombre? ¿Quién hay como tú en Israel? ¿Por qué no has custodiado a tu se or, el rey? Porque alguien ha llegado para matar al rey, tu se or.

    16. No está bien lo que has hecho. Por vida de Yahveh, que vosotros sois reos de muerte, por no haber custodiado a vuestro se or, el ungido de Yahveh. Ahora mira dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que hab a junto a su cabecera".

    17. Saúl reconoció la voz de David, y le preguntó: "¿No es tu voz, hijo m o, David?". David respondió: "S; es mi voz, oh rey, mi se or".

    18. Y a adió: "¿Por qué mi se or persigue a su siervo? ¿Qué he hecho yo y qué maldad hay en m ?

    19. Ahora, pues, que mi se or, el rey, se digne escuchar las palabras de su siervo. Si es Yahveh quien te excita contra m, que acepte el olor de una ofrenda; pero si son los hombres, malditos sean ellos ante Yahveh, porque me expulsan hoy para que no tenga parte en la heredad de Yahveh, como si me dijeran: "Vete a servir a dioses extranjeros".

    20. Que no caiga ahora mi sangre en tierra, lejos de la faz de Yahveh. El rey de Israel ha salido en busca de una pulga, como se persigue una perdiz en los montes".

    21. Respondió Saúl: "He pecado. Vuélvete, hijo m o, David, pues no te volveré a hacer mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. He obrado como un insensato y me he enga ado por completo".

    22. Replicó David: "Aqu está la lanza del rey; que venga uno de sus criados a recogerla.

    23. Yahveh retribuirá a cada uno según su justicia y lealtad. Yahveh te hab a entregado hoy en mis manos, pero yo no he querido poner la m a sobre el ungido de Yahveh.

    24. Y as como tu vida ha sido de gran estimación ante mis ojos, as también lo será la m a a los ojos de Yahveh, y él me librará de toda situación angustiosa".

    25. Dijo entonces Saúl a David: "¡Bendito tú, hijo m o, David! En todo cuanto hagas ciertamente triunfarás". Tomó luego David su camino, y Saúl se volvió a su lugar.