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    Isaías 10 - Biblia Castilian 2003

    1. ¡Ay de quienes decretan decretos inicuos y escriben escritos vejatorios

    2. para ignorar la causa de los indigentes y robar el derecho de los pobres de mi pueblo; para hacer de las viudas su presa y poder expoliar a los huérfanos!

    3. ¿Qué haréis el d a del castigo, ante el desastre que llega de lejos? ¿A quién acudiréis en busca de auxilio y dónde dejaréis vuestra riqueza?

    4. ¡Sólo queda doblarse entre los prisioneros y caer entre los degollados! Y ni aun as se calmó su ira, su mano está todav a extendida.

    Asiria, instrumento de Dios

    5. ¡Ay de Asiria, bastón de mi ira, vara en la mano de mi furor!

    6. Contra una nación imp a la env o, contra el pueblo de mi enojo la mando, para despojar el despojo, para saquear el saqueo, para hollarlo como barro de las calles.

    7. Pero él no piensa as, no opina as su corazón; que su intención es destruir y aniquilar no pocas naciones.

    8. Pues dice: "¿No son reyes todos mis jefes?

    9. ¿No es Calnó como Carquem s? ¿No es Jamat como Arpad? ¿No es Samar a como Damasco?

    10. Como alcanzó mi mano los reinos de los dolos, cuyas imágenes eran más numerosas que las de Jerusalén y Samar a,

    11. ¿no es cierto que como hice a Samar a y a sus dolos, as haré a Jerusalén y a sus simulacros?".

    12. Ahora bien, cuando Yahveh haya acabado su obra en el monte de Sión y en Jerusalén, castigará el fruto del soberbio corazón del rey de Asiria y la arrogancia de sus ojos altaneros.

    13. Pues ha dicho: "Con la fuerza de mi mano yo lo hice, y con mi sabidur a, pues soy inteligente. Remov las fronteras de los pueblos, sus tesoros depredé, derribé, como héroe, a los sentados en los tronos.

    14. Mi mano alcanzó, como un nido, las riquezas de los pueblos; como se recogen huevos abandonados, la tierra entera recog, y no hubo quien batiese las alas, quien abriese la boca y piase".

    15. ¿Se jacta el hacha ante quien corta con ella? ¿Se engr e la sierra ante quien tira de ella? ¡Como si la vara blandiera a quien la alza o un bastón alzara a quien no es de madera!

    16. Por eso enviará el Se or, Yahveh Sebaot, delgadez a los bien alimentados; y bajo su opulencia, encenderá una quemazón, como quemazón de fuego, (18b) que consumirá cuerpo y alma y será como el languidecer de un enfermo.

    17. La Luz de Israel será fuego, y su Santo una llama, que abrasará y devorará sus zarzas y, en un solo d a, sus abrojos,

    18. (18a) y el esplendor de su bosque y su jard n.

    19. El resto de los árboles de su bosque será tan fácil de contar, que un ni o podrá registrarlos.

    20. Y sucederá en aquel d a: el resto de Israel y el residuo de la casa de Jacob no volverá ya a apoyarse en quien le golpea, pues se apoyarán de verdad en Yahveh, el Santo de Israel.

    21. Un resto volverá, el resto de Jacob, al Héroe Divino.

    22. Pues aunque fuera tu pueblo, Israel, como la arena del mar, sólo un resto de él volverá. ¡Aniquilación decretada, desbordante de justicia!

    23. Que la destrucción decretada el Se or, Yahveh Sebaot la va a realizar en medio de toda la tierra.

    24. Por eso, as dice el Se or, Yahveh Sebaot: "Pueblo m o que habitas en Sión, no temas a Asiria, que con el bastón te golpea y alza su vara contra ti, como hizo Egipto.

    25. Pues aún un poco, un poquito, y mi furor se colmará. y mi ira los acabará".

    26. Yahveh Sebaot blandirá contra ella el látigo, como al golpear a Madián en la roca de Horeb y su bastón tenderá sobre el mar y lo alzará como hizo en Egipto.

    27. Sucederá en aquel d a: será quitada su carga de tu hombro, y su yugo de tu cuello será roto. Subió desde Rimón,

    28. llegó sobre Ayat, pasó por Migrón, en Micmás revista sus armas.

    29. Desfilaron por el desfiladero. Gueba fue nuestro campamento. Tembló Ramá, huyó Guibá de Saúl.

    30. ¡Grita fuerte, Bat Gal n! ¡Atiende, Lais! ¡Respóndele, Anatot!

    31. Escapó Madmená. Los habitantes de Gueb n se fugaron.

    32. Aún hoy hace alto en Nob, agita su mano contra el monte de la hija de Sión, contra la colina de Jerusalén.

    33. Mirad al Se or, Yahveh Sebaot, que desgaja con fuerza terrible el ramaje: las puntas más altas están ya taladas, las más elevadas, derribadas.

    34. Tronchará la espesura del bosque con hierro, y el L bano caerá con sus cedros.