Lucas 13 - Biblia Castilian 2003Arrepentíos o pereceréis1. En aquel momento se presentaron unos para contarle lo de los galileos, cuya sangre hab a mezclado Pilato con la de las v ctimas que ofrec an. 2. Él les respondió: "¿Pensáis que esos galileos, por haber sufrido semejante suerte, eran más pecadores que todos los demás galileos? 3. Nada de eso - os lo digo yo -; y si no os convert s, todos pereceréis igualmente. 4. Y de aquellos dieciocho sobre los cuales se desplomó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5. Nada de eso - os lo digo yo -; y si no os convert s, todos pereceréis de la misma manera". Parábola de la higuera estéril6. Entonces les propon a esta parábola: "Un hombre ten a plantada una higuera en su vi a; fue a buscar fruto en ella, pero no lo encontró. 7. Dijo, pues, al vi ador: "Ya hace tres a os que estoy viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a estar ocupando inútilmente el terreno?". 8. D cele el vi ador: "Se or, déjala todav a este a o; ya cavaré yo en derredor de ella y le echaré estiércol, 9. a ver si da fruto el a o que viene; si no da, entonces la cortas"". Jesús sana a una mujer en el día de reposo10. Un sábado, estaba él ense ando en una sinagoga. 11. Y precisamente hab a una mujer que desde hac a dieciocho a os ten a una enfermedad por causa de un esp ritu, y estaba toda encorvada, sin poder enderezarse en manera alguna. 12. Cuando la vio Jesús, la llamó junto a s y le dijo: "Mujer, ya estás libre de tu enfermedad". 13. Le impuso las manos y al punto se enderezó y daba gloria a Dios. 14. El jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús hab a curado en sábado, dirigiéndose al pueblo, dec a: "Seis d as hay a la semana para trabajar; venid, pues, en ellos para ser curados, pero no precisamente en sábado". 15. Pero el Se or le contestó: "¡Hipócritas! ¿Acaso cualquiera de vosotros, en sábado, no desata del pesebre su buey o su asno, para llevarlo a beber? 16. Pues entonces, a ésta, que es hija de Abrahán, a la que Satanás ten a atada desde hace dieciocho a os, ¿no hab a que desatarla de esta atadura, aunque fuera en sábado?". 17. Y al decir estas cosas, todos sus adversarios se sent an abochornados; pero el pueblo entero se alegraba por todas las maravillas que hac a. Parábola de la semilla de mostaza18. Dec a, pues: "¿A qué se parece el reino de Dios, y a qué lo compararé? 19. Se parece a un grano de mostaza que un hombre tomó y echó en su huerto; creció y se convirtió en árbol, y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas". Parábola de la levadura20. Y nuevamente dijo: "¿A qué compararé el reino de Dios? 21. Se parece a un poco de levadura que una mujer tomó y mezcló con tres medidas de harina hasta que fermentó toda la masa". La puerta estrecha22. Y atravesaba ciudades y aldeas, ense ando y siguiendo su camino a Jerusalén. 23. Uno le preguntó: "Se or, ¿son pocos los que se salvan?". Él les contestó: 24. "Esforzaos por entrar por la puerta estrecha; que muchos - os lo digo yo - intentarán entrar, pero no lo conseguirán. 25. Después que el amo de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, vosotros os quedaréis fuera y comenzaréis a llamar a la puerta, diciendo: "Se or, ábrenos". Pero él os responderá: "No sé de dónde sois vosotros". 26. Entonces os pondréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y has ense ado en nuestras plazas". 27. Pero él os repetirá: "No sé de dónde sois; alejaos de m, todos los fautores de injusticia ". 28. All será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras que vosotros seréis arrojados fuera. 29. En cambio, habrá quienes vengan de oriente y de occidente, del norte y del sur, a ponerse a la mesa en el reino de Dios. 30. Porque mirad que hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos". Lamento de Jesús sobre Jerusalén31. En aquel momento se le acercaron unos fariseos para decirle: "Sal y vete de aqu; que Herodes quiere matarte". 32. Pero él les contestó: "Id a decirle a ese zorro: yo expulso demonios y realizo curaciones hoy y ma ana; y al tercer d a tendré terminada mi obra. 33. Sin embargo, hoy, ma ana y pasado tengo que seguir mi camino, porque no cabe que un profeta pierda la vida fuera de Jerusalén. 34. ¡Jerusalén, Jerusalén: la que mata a los profetas y apedrea a los que fueron enviados a ella! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos como la gallina a sus polluelos bajo sus alas! Pero vosotros no quisisteis. 35. Mirad que vuestra casa se os quedará desierta. Pero yo os digo: ya no me volveréis a ver hasta que llegue el momento en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Se or!". |