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sábado, agosto 17, 2024
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    Lucas 14 - Biblia Castilian 2003

    Jesús sana a un hidrópico

    1. Un sábado entró a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos; y éstos lo estaban acechando.

    2. Precisamente hab a un hidrópico delante de él.

    3. Jesús tomó la palabra y dijo a los doctores de la ley y a los fariseos: "¿Es l cito curar en sábado o no?".

    4. Ellos permanecieron callados. Tomó entonces al hidrópico de la mano, lo curó y lo despidió.

    5. Luego les dijo: "¿Quién de vosotros, si se le cae a un pozo un hijo o un buey, no lo saca en seguida, aunque sea sábado?".

    6. Y nada pudieron responderle a esto.

    Los convidados a las bodas

    7. Al notar cómo los invitados escog an los primeros puestos, les propon a una parábola:

    8. "Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya invitado también a otro más importante que tú

    9. y cuando llegue el que te invitó a ti y al otro, te tenga que decir: "Déjale el sitio a éste"; y entonces, cubierto de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

    10. Al contrario, cuando te inviten, ve a ponerte en el último lugar, de suerte que, cuando llegue el que te invitó, te tenga que decir: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy honrado delante de todos los comensales.

    11. Porque todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

    12. Dec a también al que lo hab a invitado: "Cuando des una comida o una cena, no convides a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que también ellos a su vez te inviten, y ello te sirva de recompensa.

    13. Al contrario, cuando des un banquete, invita a pobres, tullidos, cojos, ciegos.

    14. Dichoso tú entonces, pues ellos no tienen con qué recompensarte; porque as tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos".

    Parábola de la gran cena

    15. Cuando oyó esto uno de los comensales, le dijo: "Dichoso el que participe en el banquete del reino de Dios".

    16. Entonces él le contestó: "Un hombre preparaba un gran banquete y convidó a mucha gente.

    17. A la hora del banquete envió a su criado para decir a los invitados: "Venid; que ya está preparado".

    18. Pero todos, sin excepción, comenzaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un campo, y necesariamente tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes".

    19. Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a ir a probarlas; te ruego que me disculpes".

    20. Y otro contestó: "Me acabo de casar, y por eso no puedo ir".

    21. Volvió el criado y le refirió a su se or estas cosas. Entonces el amo de casa se enfureció y dijo a su criado: "Sal inmediatamente por las plazas y las calles de la ciudad, y a los pobres y tullidos y ciegos y cojos tráelos aqu ".

    22. Luego le dijo el criado: "Se or, se ha hecho lo que has mandado, pero todav a queda sitio".

    23. Entonces el se or le dijo al criado: "Pues sal a los caminos y cercados y obliga a la gente a entrar, hasta que mi casa se llene.

    24. Porque os digo que ninguno de aquellos que fueron invitados ha de probar mi banquete"".

    Lo que cuesta seguir a Cristo

    25. Caminaba con él una gran multitud y volviéndose hacia ellos, les dijo:

    26. "Si alguno viene a m y no aborrece a su padre y a su madre, a la mujer y a los hijos, a los hermanos y a las hermanas, y más aún, incluso a s mismo, no puede ser mi disc pulo.

    27. Quien no lleva su cruz y viene tras de m no puede ser mi disc pulo.

    28. Porque, ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta antes a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

    29. No vaya a ser que, si después de poner los cimientos no puede acabarla, todos los que la vean se burlen de él,

    30. diciendo: "Este hombre comenzó a edificar, pero no pudo terminar".

    31. ¿O qué rey, teniendo que salir a campa a contra otro rey, no se sienta antes a reflexionar si será capaz de enfrentarse con diez mil hombres al que viene contra él con veinte mil?

    32. De lo contrario, mientras el otro está todav a lejos, le env a una embajada para pedirle condiciones de paz.

    33. Pues del mismo modo, ninguno de vosotros que no renuncie a todos sus bienes puede ser mi disc pulo.

    Cuando la sal pierde su sabor

    34. Buena es ciertamente la sal; pero si también la sal pierde su sabor, ¿con qué se le devolverá?

    35. Ya no sirve ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran fuera. El que tenga oidos para o r, que oiga".