28.1 C
Miami
jueves, julio 18, 2024
Más


    Lucas 10 - Scio de San Miguel (Solo los Evangelios)

    Misión de los setenta

    1. Y después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos(a), y los envió de dos en dos delante de sí a cada ciudad y lugar, a donde él había de venir(b).

    2. Y les decía: "La mies ciertamente es mucha, mas los trabajadores pocos. Rogad pues al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies.

    3. Id; he aquí que yo os envío, como corderos en medio de lobos.

    4. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado. Ni saludéis a ninguno por el camino(c).

    5. En cualquiera casa que entrareis, primeramente decid: ‘Paz sea a esta casa(d)’.

    6. Y si hubiere allí hijo de paz(e), reposará sobre él vuestra paz; y si no, se volverá a vosotros.

    7. Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que ellos tengan; porque el trabajador digno es de su salario. No paséis de casa en casa.

    8. Y en cualquiera ciudad en que entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante(f).

    9. Y curad a los enfermos, que en ella hubiere, y decidles: ‘Se ha acercado a vosotros el reino de Dios’.

    10. Mas si en la ciudad en que entrareis, no os recibieren, saliendo por sus plazas, decid:

    11. ‘Aun el polvo, que se nos ha pegado de vuestra ciudad, sacudimos contra vosotros; sabed no obstante, que se ha acercado el reino de Dios(g)’.

    12. Os digo, que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma(h), que para aquella ciudad.

    Ayes sobre las ciudades impenitentes

    13. ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Que si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros, que se han hecho en vosotras, tiempo ha(i) que sentados en cilicio y en ceniza hubieran hecho penitencia.

    14. En verdad para Tiro y Sidón habrá en el juicio menos rigor, que para vosotras.

    15. Y tú, Cafarnaúm, ensalzada hasta el cielo, ¡Hasta el infierno serás sumergida!.

    16. Quien a vosotros oye, a mí me oye; y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia. Y el que a mí me desprecia, desprecia a aquel que me envió".

    Regreso de los setenta

    17. Y volvieron los setenta y dos con gozo, diciendo: "Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre(j)".

    18. Y les dijo: "Veía a Satanás como un relámpago(k), que caía del cielo.

    19. Veis, que os he dado potestad de pisar sobre serpientes, y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará(l).

    20. Mas en esto no os gocéis, porque los espíritus os están sujetos; antes gozaos, de que vuestros nombres están escritos en los cielos(m)".

    Jesús se regocija

    21. En aquella misma hora se regocijó en el Espíritu Santo(n), y dijo: "Doy a ti loor, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeñitos. Así es, Padre, porque así ha sido de tu agrado(o).

    22. Todas las cosas me son entregadas de mi Padre(p). Y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre(q); ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien lo quisiere revelar el Hijo(r)".

    23. Y volviéndose hacia sus discípulos, dijo: "¡Bienaventurados los ojos, que ven lo que vosotros veis!

    24. Porque os digo, que muchos profetas, y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron".

    El buen samaritano

    25. Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo por tentarle: "Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna?"

    26. Y él le dijo: "En la ley ¿Qué hay escrito? ¿Cómo lees?"

    27. Él respondiendo dijo: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo".

    28. Y le dijo: "Bien has respondido; haz eso, y vivirás(s)".

    29. Mas él queriéndose justificar a sí mismo(t), dijo a Jesús: "Y ¿quién es mi prójimo(u)?"

    30. Y Jesús, tomando(v) la palabra, dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y dio en manos de unos ladrones, los cuales le despojaron, y después de haberle herido, le dejaron medio muerto, y se fueron.

    31. Aconteció pues(w), que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y cuando le vio, pasó de largo.

    32. Y Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar(x), y viéndole, pasó también de largo.

    33. Mas un samaritano(y) que iba su camino, se llegó cerca de él; y cuando le vio, se movió a compasión;

    34. Y acercándose le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino; y poniéndolo sobre su bestia, lo llevó a una venta(z), y tuvo cuidado de él(a).

    35. Y otro día sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: ‘Cuídamele(b); y cuanto gastares de más, yo te lo daré, cuando vuelva’.

    36. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquél, que(c) dio en manos de los ladrones?"

    37. "Aquel —respondió el doctor— que usó con él de misericordia". "Pues ve —le dijo entonces Jesús— y haz tú lo mismo(d)".

    Jesús visita a Marta y a María

    38. Y aconteció, que como fuesen de camino, entró Jesús en una aldea(e); y una mujer, que se llamaba Marta, lo recibió en su casa.

    39. Y esta tenía una hermana, llamada María, la cual también sentada a los pies del Señor oía su palabra.

    40. Pero Marta estaba afanada(f) de continuo en las haciendas de la casa. La cual se presentó, y dijo: "Señor, ¿no ves, como mi hermana me ha dejado sola para servir? Dile, pues, que me ayude".

    41. Y el Señor le respondió, y dijo: "Marta, Marta, muy cuidadosa estás(g), y en muchas cosas te fatigas.

    42. En verdad una sola es necesaria(h). María ha escogido la mejor parte(i), que no le será quitada".Estas dos Santas han sido después miradas como representando en sus personas dos suertes de vidas diferentes. Marta es imagen de la una, que se llama activa. La otra, llamada contemplativa, es figurada en el reposo de María. Estas dos vidas se unen frecuentemente en una misma persona. Y así, si el que se ocupa en ejercicios exteriores de caridad, no procura recogerse de tiempo en tiempo, como a los pies de Jesucristo, para oír interiormente la voz de su verdad, que le instruya, ilumine y alimente, corre riesgo de perder por último todo el mérito de los ejercicios de la vida activa. Del mismo modo, si bajo el pretexto de ser más perfecto el ejercicio de la contemplación se despreciare el cuidado de los pobres y el asistir al prójimo en sus necesidades, cuando se puede, y hay obligación de hacerlo, sería una ilusión manifiesta, y un estado de vida muy peligroso. Porque en el día del juicio serán destinados a las llamas del infierno los que no hubieren ejercitado las obras de misericordia con su prójimo (Mt 25,42-43).