Marcos 5 - Scio de San Miguel (Solo los Evangelios)El endemoniado gadareno1. Y pasaron a la otra orilla de la mar al territorio de los Gerasenos(a) 2. Y al salir Jesús de la barca, vino luego a él de los sepulcros un hombre con un espíritu inmundo(b), 3. El cual tenía en los sepulcros su domicilio, y ni aun con cadenas le podía alguno atar(c), 4. Porque habiéndole atado muchas veces con grillos y con cadenas, había roto las cadenas, y despedazado los grillos, y nadie le podía domar. 5. Y de día y de noche estaba continuamente en los sepulcros y en los montes, dando gritos, e hiriéndose con piedras. 6. Y cuando vio a Jesús de lejos, fue corriendo, y le adoró; 7. Y clamando a voz en grito, dijo: "¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? te conjuro por Dios, que no me atormentes". 8. Porque le decía:(d) "Sal del hombre, espíritu inmundo". 9. Y le preguntaba: "¿Cuál es tu nombre?" Y le dice(e): "Legión es mi nombre, porque muchos somos". 10. Y le rogaba mucho, que no le echase fuera de aquella tierra(f). 11. Había en aquel lugar paciendo alrededor del monte una grande piara de puercos; 12. Y le rogaban los espíritus, diciendo: "Envíanos a los puercos, para que entremos en ellos". 13. Y Jesús al punto se lo otorgó. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los puercos; y la piara se precipitó con grande ímpetu en la mar como hasta dos mil(g), y se ahogaron en la mar. 14. Y los que los apacentaban huyeron, y lo contaron en la ciudad, y en los campos; y salieron a ver lo que había sucedido. 15. Y vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, sentado, vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 16. Y los que lo habían visto, les contaron todo el hecho como había acontecido(h) al endemoniado, y lo de los puercos. 17. Y comenzaron a rogarle, que se retirase de los términos de ellos(i). 18. Y cuando entró Jesús en el barco, comenzó a rogarle el que había sido maltratado del demonio, que le dejase estar con él(j). 19. Mas no se lo concedió, sino que le dijo: "Vete a tu casa a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas te ha hecho el Señor, y la misericordia que contigo ha usado". 20. Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis(k) cuán grandes cosas le había hecho Jesús; y se maravillaban todos. La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús21. Y habiendo pasado otra vez Jesús en un barco a la otra orilla, se allegó alrededor de él(l) una grande multitud de pueblo; y estaba cerca del mar. 22. Y vino uno de los príncipes de la sinagoga(m) nombrado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23. Y le rogaba mucho, diciendo: "Mi hija está en los últimos(n); ven a poner sobre ella la mano, para que sea salva, y viva". 24. Y se fue con él. Y le seguía mucha gente, y le apretaban. 25. Y una mujer, que padecía un flujo de sangre(o) doce años había, 26. Y que había pasado muchos trabajos en manos de muchos médicos, y gastado(p) todo lo que tenía, sin haber adelantado nada, antes empeoraba más; 27. Cuando oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la confusión de la gente, y tocó(q) su vestidura. 28. Porque decía: "Tan solamente con tocar su vestidura, seré sana". 29. Y en el mismo instante cesó su flujo de sangre; y sintió en su cuerpo, que estaba sana de aquel azote(r). 30. Mas Jesús conociendo luego en sí mismo la virtud, que de él había salido, volviéndose hacia la gente, dijo: "¿Quién ha tocado mi vestidura?" 31. Y sus discípulos le decían: "Ves la gente que te está apretando, y dices: ‘¿Quién me ha tocado(s)?’" 32. Y miraba alrededor por ver a la que esto había hecho. 33. Entonces la mujer medrosa y temblando, sabiendo lo que le había acaecido(t), llegó y se postró ante él, y le dijo toda la verdad. 34. Y él le dijo: "Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz, y queda libre de tu azote"(u). 35. Cuando aún estaba él hablando, llegaron de casa del príncipe de la sinagoga, y le dijeron: "Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?" 36. Mas Jesús, cuando oyó lo que decían, dijo al príncipe de la sinagoga: "No temas; cree solamente". 37. Y no dejó ir consigo a ninguno, sino a Pedro, y a Santiago, y a Juan hermano de Santiago. 38. Y llegan a la casa del príncipe de la sinagoga, y ve el ruido, y a los que lloraban, y daban grandes alaridos. 39. Y habiendo entrado, les dijo: "¿Por qué hacéis este ruido(v), y estáis llorando? la muchacha no es muerta; sino que duerme". 40. Y se mofaban. Pero él, echándolos a todos fuera, toma consigo al padre y a la madre de la muchacha, y a los que con él estaban, y entra donde la muchacha yacía. 41. Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: "Talitha, cumi"(w), que quiere decir: "Muchacha (a ti te digo), levántate". 42. Y se levantó luego la muchacha, y echó a andar; y tenía doce años. Y quedaron atónitos de un grande espanto. 43. Y él mandó con mucha eficacia(x), que nadie lo supiese; y dijo le dieran de comer a ella(y). |