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miércoles, julio 17, 2024
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    Hebreos 4 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    1. La promesa de entrar en el descanso ofrecido por Dios sigue en pie. Pero es preciso estar muy alerta, no sea que alguno de vosotros piense que ya ha perdido la ocasión de entrar.

    2. La buena noticia nos ha sido anunciada tanto a nosotros como a ellos; sólo que a ellos de nada les sirvió haberla oído, pues no hicieron causa común con quienes le escucharon con fe.

    3. Nosotros, que hemos creído, podemos entrar en ese descanso del que Dios ha dicho: No entrarán en mi descanso, tal como juré aquel día con enojo. Se entiende en el descanso de Dios, que comenzó el día en que dio fin a la creación del mundo,

    4. como en cierto lugar dice la Escritura: Y el día séptimo descansó Dios de todos sus trabajos.

    5. Pero volvamos al pasaje que comentamos: No entrarán en mi descanso.

    6. Eso quiere decir que algunos sí han de entrar en el descanso divino. Pero como los primeros en recibir la buena noticia no consiguieron entrar debido a su actitud rebelde,

    7. Dios vuelve a señalar un día: el "hoy" del que habla David mucho tiempo después en el salmo citado más arriba: Cuando hoy escuchéis la voz del Señor, no cerréis a cal y canto el corazón.

    8. Está claro que Josué no introdujo a Israel en el descanso definitivo. De haberlo hecho, la Escritura no habría aludido después de aquello a "otro día" de descanso.

    9. Por consiguiente, el pueblo de Dios no ha entrado aún en el gran descanso ,

    10. ya que quien participa plenamente del descanso divino, también él descansa de todos sus trabajos, como Dios descansó de los suyos.

    11. Esforcémonos, pues, nosotros por entrar en el descanso que Dios ofrece, de manera que nadie caiga como cayeron aquellos rebeldes.

    12. Fuente de vida y de eficacia es la palabra de Dios; más cortante que espada de dos filos, y penetrante hasta el punto de dividir lo que el hombre tiene de más íntimo, de llegar hasta lo más profundo del ser humano, de poner al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones.

    13. Ninguna criatura se le oculta a Dios; todo se presenta desnudo y patente a los ojos de aquel ante quien tenemos que rendir cuentas.

    Jesús el gran sumo sacerdote

    14. Y ya que contamos con un sumo sacerdote excepcional, Jesús, el Hijo de Dios, encumbrado hasta el trono mismo de Dios, mantengámonos firmes en la fe que profesamos.

    15. Pues no es él un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; todo lo contrario, ya que, excepto el pecado, ha pasado por las mismas pruebas que nosotros.

    16. Acerquémonos, pues, llenos de confianza, a ese trono de gracia, seguros de que la misericordia y el favor de Dios estarán a nuestro lado en el momento preciso.