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miércoles, julio 17, 2024
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    Hebreos 9 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    1. Y, efectivamente, aquella primera alianza disponía de un ritual para el culto y de un santuario terrestre.

    2. Estaba preparado el santuario de forma que en la primera parte, llamada "el lugar santo" , se encontraba el gran candelabro de oro, la mesa de las ofrendas y los panes que se presentaban a Dios.

    3. Detrás en la segunda cortina estaba la parte del santuario llamada "lugar santísimo" .

    4. Tenía éste un altar de oro para ofrecer el incienso, y el arca de la alianza, totalmente recubierta de oro, donde se guardaban una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón en otro tiempo florecida y las tablas de piedra en que se escribieron las cláusulas de la alianza.

    5. Encima del arca estaban los querubines, cobijando con sus alas, como guardianes de la presencia gloriosa de Dios, el lugar llamado "propiciatorio" . Pero no es éste el momento de entrar en más detalles sobre el particular.

    6. Así dispuestas las cosas, los sacerdotes entran continuamente en la primera parte del santuario para celebrar el culto.

    7. Pero en el "lugar santísimo" entra sólo el sumo sacerdote, y solamente una vez al año, llevando consigo la sangre de las víctimas sacrificadas para ofrecerla por sus propios pecados y por los del pueblo.

    8. Con esto quiere dar a entender el Espíritu Santo que, mientras se ha mantenido en pie la primera parte del santuario, el camino al "lugar santísimo" ha estado cerrado.

    9. Todo lo cual tiene un alcance simbólico referido a nuestro tiempo. En efecto, las ofrendas y sacrificios presentados en aquel santuario eran incapaces de perfeccionar interiormente a quien las presentaba.

    10. Eran simplemente alimentos, bebidas o ritos purificatorios diversos, observancias todas ellas exteriores y válidas únicamente hasta que Dios instaurase el nuevo orden de cosas.

    11. Pero he aquí que Cristo se ha presentado como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Es el suyo un santuario mayor y más valioso que el antiguo; no es hechura de hombres ni pertenece a este mundo creado.

    12. En él ha entrado Cristo una vez por todas; no con sangre de machos cabríos o de toros, sino con la suya propia, alcanzándonos así una liberación imperecedera.

    13. Sabido es que la sangre de machos cabríos y de toros, así como las cenizas de una ternera ofrecida en holocausto, tienen poder para restaurar la pureza externa cuando se esparcen sobre quienes son considerados impuros según la ley de Moisés.

    14. Pues ¡cuánto más eficaz será la sangre de Cristo, que, bajo la acción del Espíritu eterno, se ha ofrecido sin mancha a Dios! ¡Cuánto más capaz será esa sangre de limpiar nuestra conciencia para que podamos entregarnos al servicio del Dios viviente!

    15. Por eso mismo, Cristo es el mediador de una alianza nueva. Con su muerte ha obtenido el perdón de los delitos cometidos durante los tiempos de la antigua alianza, haciendo posible que los elegidos consigan la herencia eterna prometida.

    16. Para que un testamento surta efecto es preciso comprobar que ha muerto quien lo otorgó; en vida del testador no tiene ningún valor; sólo su muerte confiere plena validez al testamento.

    17. (Está escrito en el anterior).

    18. De ahí que, al inaugurar la primera alianza, también hubiera derramamiento de sangre.

    19. En efecto, cuando Moisés terminó de explicar a todo el pueblo el contenido de la Ley, tomó sangre de los toros y los machos cabríos, la mezcló con agua y, valiéndose de un poco de lana roja y de una rama de hisopo, roció con ella el libro de la Ley y a todo el pueblo,

    20. diciendo: Esta es la sangre que ratifica la alianza que Dios ha concertado con vosotros.

    21. Después roció con sangre el santuario y todos los objetos reservados para el culto.

    22. En suma, según lo prescrito en la Ley, prácticamente todas las cosas se purifican mediante la sangre, y, si no hay derramamiento de sangre, tampoco hay perdón.

    El sacrificio de Cristo quita el pecado

    23. Se necesitaban, pues, tales sacrificios para purificar lo que no era sino esbozo de las realidades celestiales; pero las mismas realidades celestiales precisaban de sacrificios más valiosos.

    24. Y así, Cristo no entró en un santuario construido por hombres - imagen del verdadero santuario -, sino en el mismo cielo, donde ahora intercede por nosotros en presencia de Dios.

    25. El sumo sacerdote judío entra en el santuario año tras año con una sangre que no es la suya. No así Cristo,

    26. ya que, de haberse ofrecido a sí mismo muchas veces, otras tantas tendría que haberse padecido y muerto desde que existe el mundo. No; Cristo se ha manifestado una sola vez ahora, en el momento culminante de la historia, destruyendo el pecado con el sacrificio de sí mismo.

    27. Una sola vez han de pasar los hombres por la muerte, y a continuación serán sometidos al juicio de Dios.

    28. De manera semejante, Cristo se ofreció una sola vez en sacrificio para quitar los pecados de los hombres; después se mostrará por segunda vez, pero ya no en relación con el pecado, sino para bien de quienes esperan de él la salvación definitiva.