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miércoles, julio 17, 2024
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    Juan 18 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    Arresto de Jesús

    1. Dicho esto, salió Jesús acompañado de sus discípulos, pasaron al otro lado del torrente Cedrón y entraron en un huerto.

    2. Este lugar era bien conocido de Judas, el traidor, ya que Jesús acudía frecuentemente a él con sus discípulos.

    3. Judas, pues, llevando consigo un destacamento de soldados y guardias puestos a su disposición por los jefes de los sacerdotes y los fariseos, se dirigió a aquel lugar. Además de las armas, llevaban antorchas y faroles.

    4. Jesús, que sabía perfectamente todo lo que iba a sucederle, salió a su encuentro y les preguntó: - ¿A quién buscáis?

    5. Ellos le contestaron: - A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: - Yo soy. Judas, el traidor, estaba con ellos.

    6. Al decirles Jesús: "Yo soy", se echaron atrás y cayeron en tierra.

    7. Jesús les preguntó otra vez: - ¿A quién buscáis? Ellos repitieron: - A Jesús de Nazaret.

    8. Jesús les dijo: - Ya os he dicho que soy yo. Por tanto, si me buscáis a mí, dejad que éstos se vayan.

    9. (Así se cumplió lo que él mismo había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste".)

    10. Entonces, Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió con ella a un criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (Este criado se llamaba Malco.)

    11. Pero Jesús dijo a Pedro: - Envaina de nuevo tu espada. ¿Es que no he de aceptar esta copa de amargura que el Padre ha preparado para que yo la beba?

    Jesús ante el sumo sacerdote

    12. La tropa, con su comandante al frente, y los guardias judíos arrestaron a Jesús y le maniataron.

    13. Desde allí le llevaron primero a casa de Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año.

    14. (Este Caifás era el que había dado a los judíos aquel consejo: "Es conveniente que muera un solo hombre por el pueblo".)

    Pedro en el patio de Anás

    15. Simón Pedro y otro discípulo se fueron detrás de Jesús. Este discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, entró al mismo tiempo que Jesús en el patio de la residencia del sumo sacerdote.

    16. Pedro, en cambio, tuvo que quedarse afuera, a la puerta, hasta que el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera y consiguió que le dejaran entrar.

    17. Pero la portera se fijó en Pedro y le preguntó: - ¿No eres tú de los discípulos de ese hombre? Pedro contestó: - No, no lo soy.

    18. Como hacía frío, los criados y los guardias habían encendido una hoguera y estaban en pie, en torno a ella, calentándose. También Pedro se quedó de pie junto a ellos calentándose.

    Anás interroga a Jesús

    19. El sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza.

    20. Jesús declaró: - Yo he hablado siempre en público a todo el mundo. He enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. No he enseñado nada clandestinamente.

    21. ¿A qué viene este interrogatorio? Pregunta a mis oyentes; ellos podrán informarte sobre lo que he dicho.

    22. Al oír esta respuesta, uno de los guardias que estaban junto a él le dio una bofetada, al tiempo que le increpaba: - ¿Cómo te atreves a contestar así al sumo sacerdote?

    23. Jesús le replicó: - Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?

    24. Entonces, Anás le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

    Pedro niega a Jesús

    25. Entre tanto, Simón Pedro seguía en pie junto a la hoguera, calentándose. Alguien le preguntó: - ¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre? Pedro lo negó: - No, no lo soy.

    26. Pero uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro cortó la oreja, le replicó: - ¿Cómo que no? ¡Yo mismo te vi en el huerto con él!

    27. Pedro volvió a negarlo. Y en aquel momento cantó un gallo.

    Jesús ante Pilato

    28. Después condujeron a Jesús de casa de Caifás al palacio del gobernador. Era muy de mañana. Los judíos no entraron en el palacio para no contraer una impureza legal, pues esto les hubiese impedido participar en la cena de Pascua.

    29. Por eso tuvo que salir Pilato para preguntarles: - ¿De qué acusáis a este hombre?

    30. Ellos le contestaron: - Si no fuese un criminal, no te lo habríamos entregado.

    31. Pilato les dijo: - Muy bien, lleváosle y juzgadle según vuestra ley. Los judíos replicaron: - Nosotros no tenemos autoridad para dar muerte a nadie.

    32. Así se cumpliría lo que Jesús había anunciado sobre la clase de muerte que iba a sufrir.

    33. Entonces, Pilato volvió a entrar en su palacio, mandó traer a Jesús y le preguntó: - ¿Eres tú el rey de los judíos?

    34. Jesús le contestó: - ¿Me haces esa pregunta por tu cuenta o te la han sugerido otros?

    35. Pilato replicó: - ¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y los jefes de los sacerdotes los que te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?

    36. Jesús respondió: - Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores habrían luchado para impedir que yo cayese en manos de los judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo.

    37. Pilato insistió: - Entonces, ¿eres rey? Jesús le respondió: - Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso nací, para eso vine al mundo. Todo el que ama la verdad escucha mi voz.

    38. Pilato repuso: - ¡La verdad! ¿Qué es la verdad? Una vez oída la declaración de Jesús, Pilato salió de nuevo y dijo a los judíos: - Yo no encuentro delito alguno en este hombre.

    39. Pero como tenéis la costumbre de que durante la fiesta de Pascua os ponga en libertad a un preso, ¿os gustaría que dejase en libertad al rey de los judíos?

    40. Ellos entonces, en medio de un gran clamor, gritaron una y otra vez: - ¡No, a ése no! Queremos que dejes en libertad a Barrabás. (El tal Barrabás era un bandido.)