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miércoles, julio 17, 2024
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    Romanos 13 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    1. Todos deben acatar la autoridad constituida. Dios es la fuente de toda autoridad, y, en consecuencia, por él han sido establecidas las que actualmente existen.

    2. Se rebela, pues, contra lo que Dios ha dispuesto el que se opone a la autoridad, y los que así se comportan recibirán su merecido.

    3. Los gobernantes, en efecto, no tienen por oficio intimidar a los buenos, sino a los malos. ¿Te interesa no temer a la autoridad? Pues pórtate bien, y sólo elogios recibirás de ella,

    4. ya que está al servicio de Dios para ayudarte a hacer el bien. Pero, si te portas mal, es razón que temas, pues no por nada está dotada de poderes eficaces. Como agente de Dios, la autoridad imparte justicia y castiga al malhechor.

    5. Es preciso, por tanto, que acatéis la autoridad, y no sólo por miedo al castigo, sino como un deber de conciencia.

    6. Dígase lo mismo de los impuestos que pagáis; quienes os los exigen son como representantes de Dios, dedicados precisamente a esa tarea.

    7. Dad a cada uno lo que le corresponde, lo mismo si se trata de impuestos que de contribuciones, de respeto que de honores.

    8. Si con alguno tenéis deudas, que sean de amor, pues quien ama al prójimo ha cumplido la Ley.

    9. Porque el No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento que pueda existir, se resume en estas palabras : Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

    10. El que ama no hace daño al prójimo; en una palabra, la Ley se resume toda entera en el amor.

    11. Todo esto tiene especial valor habida cuenta del momento en que vivimos: que ya es hora de despertar del sueño, por cuanto nuestra salvación está ahora más cerca que el día en que empezamos a creer.

    12. La noche está avanzada, el día se avecina. Renunciemos a toda obra que tenga que ver con las tinieblas y equipémonos con las armas de la luz.

    13. Comportémonos con el decoro propio de quien vive en pleno día: nada de orgías ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de contiendas ni envidias.

    14. Al contrario, revestíos de Jesucristo, el Señor, y no fomentéis las desordenadas apetencias de la humana naturaleza.