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viernes, julio 19, 2024
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    Hechos 8 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Saulo persigue a la iglesia

    1. Saulo, por su parte, aprobaba el asesinato de él. En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria.

    2. Pero varones reverentes se llevaron a Esteban para sepultarlo, e hicieron gran lamentación sobre él.

    3. Sin embargo, Saulo empezó a tratar atrozmente a la congregación. Iba invadiendo una casa tras otra y, sacando a rastras tanto a varones como a mujeres, los entregaba a la prisión.

    Predicación del evangelio en Samaria

    4. No obstante, los que habían sido esparcidos iban por la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra.

    5. Felipe, uno de estos, bajó a la ciudad de Samaria y se puso a predicarles al Cristo.

    6. Las muchedumbres prestaban atención de común acuerdo a las cosas que Felipe decía, mientras escuchaban y miraban las señales que él ejecutaba.

    7. Porque había muchos que tenían espíritus inmundos, y estos clamaban con voz fuerte y salían. Además, muchos paralíticos y cojos fueron curados.

    8. De modo que llegó a haber mucho gozo en aquella ciudad.

    9. Ahora bien, en la ciudad había cierto varón, Simón por nombre, que, antes de esto, había estado practicando artes mágicas y asombrando a la nación de Samaria, mientras decía que él mismo era alguien grande.

    10. Y todos ellos, desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Este hombre es el Poder de Dios, que puede llamarse Grande”.

    11. De modo que le prestaban atención porque los había asombrado durante mucho tiempo con sus artes mágicas.

    12. Pero cuando creyeron a Felipe, que estaba declarando las buenas nuevas del reino de Dios y del nombre de Jesucristo, procedieron a bautizarse, tanto varones como mujeres.

    13. Simón mismo también se hizo creyente, y, después de bautizarse, atendía constantemente a Felipe; y quedaba asombrado al contemplar las señales y grandes obras poderosas que se efectuaban.

    14. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había aceptado la palabra de Dios, les despacharon a Pedro y a Juan;

    15. y estos bajaron y oraron para que recibieran espíritu santo.

    16. Porque todavía no había caído sobre ninguno de ellos, sino que solo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.

    17. Entonces se pusieron a imponerles las manos, y ellos empezaron a recibir espíritu santo.

    18. Ahora bien, cuando Simón vio que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu, les ofreció dinero,

    19. diciendo: “Denme a mí también esta autoridad, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba espíritu santo”.

    20. Pero Pedro le dijo: “Perezca tu plata contigo, porque pensaste conseguir posesión de la dádiva gratuita de Dios mediante dinero.

    21. No tienes tú ni parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto a vista de Dios.

    22. Arrepiéntete, por lo tanto, de esta maldad tuya, y ruega intensamente a Jehová que, si es posible, se te perdone el proyecto de tu corazón;

    23. porque veo que eres hiel venenosa y lazo de injusticia”.

    24. En respuesta, Simón dijo: “Rueguen ustedes intensamente a Jehová por mí para que no me sobrevenga ninguna de las cosas que han dicho”.

    25. Por lo tanto, habiendo dado el testimonio cabalmente, y hablado la palabra de Jehová, ellos se volvieron a Jerusalén, e iban declarando las buenas nuevas a muchas aldeas de los samaritanos.

    Felipe y el etíope

    26. Sin embargo, el ángel de Jehová habló a Felipe y dijo: “Levántate y ve hacia el sur, al camino que baja de Jerusalén a Gaza”. (Este es un camino por el desierto árido.)

    27. Ante aquello, él se levantó y se fue, y, ¡mira!, un eunuco etíope, hombre en poder bajo Candace reina de los etíopes, y que estaba sobre todo el tesoro de ella. Él había ido a Jerusalén para adorar,

    28. pero volvía, y estaba sentado en su carro y leía en voz alta al profeta Isaías.

    29. De modo que el espíritu dijo a Felipe: “Acércate y únete a este carro”.

    30. Felipe corrió al lado y le oyó leer en voz alta a Isaías el profeta, y dijo: “¿Verdaderamente sabes lo que estás leyendo?”.

    31. Él dijo: “¿Realmente, cómo podría hacerlo, a menos que alguien me guiara?”. Y suplicó a Felipe que subiera y se sentara con él.

    32. Ahora bien, el pasaje de la Escritura que leía en voz alta era este: “Como oveja fue llevado al degüello; y como cordero que es mudo ante el que lo trasquila, así él no abre su boca.

    33. Durante su humillación apartaron de él el juicio. ¿Quién referirá los detalles de su generación? Porque su vida se quita de la tierra”.

    34. En respuesta, el eunuco dijo a Felipe: “Ruégote: ¿De quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro hombre?”.

    35. Felipe abrió la boca y, comenzando por esta Escritura, le declaró las buenas nuevas acerca de Jesús.

    36. Entonces, siguiendo por el camino, llegaron a cierta masa de agua, y el eunuco dijo: “¡Mira! Agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?”.

    37. ——

    38. Con eso, mandó parar el carro, y ambos bajaron al agua, tanto Felipe como el eunuco; y él lo bautizó.

    39. Cuando hubieron subido del agua, el espíritu de Jehová prontamente condujo a otro lugar a Felipe, y el eunuco no lo vio más, porque siguió su camino regocijándose.

    40. Pero Felipe se halló en Asdod, y pasó por el territorio y siguió declarando las buenas nuevas a todas las ciudades hasta que llegó a Cesarea.