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viernes, julio 19, 2024
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    Lucas 10 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

    Misión de los setenta

    1. Después de estas cosas el Señor designó también a otros setenta y los envió de dos en dos delante de su persona a toda ciudad y lugar adonde él debía venir.

    2. Decíales: La mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad pues al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

    3. Andad he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.

    4. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado, y a nadie saludéis por el camino.

    5. En la casa en que entréis, primeramente decid: Paz a esta casa.

    6. Y si hubiere allí un hijo de paz, descansará sobre él vuestra paz, y si no a vosotros se tornará.

    7. En la misma casa posad, comiendo y bebiendo lo que os den porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa.

    8. Y en la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os está puesto delante;

    9. y sanad a los enfermos que en ella hubiere y decidles: Ha llegado a vosotros el reino de Dios.

    10. Mas en cualquier ciudad en que entrareis y no os recibieren, al salir a sus calles, decid:

    11. Y el polvo que se nos pegó de vuestra ciudad, sacudimos sobre vosotros. Solamente sabed esto que ha llegado a vosotros el reino de Dios.

    12. Y digoos que a Sodoma en aquel día será más soportable que a aquella ciudad.

    Ayes sobre las ciudades impenitentes

    13. ¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay de ti, Betsaida! porque si en Tiro y Sidón se hubieren hecho las cosas sobrenaturales que se hicieron en vosotros, tiempo ha que sentadas en cilicio y cenizas se hubieran convertido.

    14. Con todo a Tiro y Sidón será más soportable en el juicio que a vosotras.

    15. Y tú, Capernaun, que hasta el cielo fuiste elevada, hasta la morada de los muertos serás bajada.

    16. El que os escucha me escucha, y el que os rechaza me rechaza, y el que me rechaza, rechaza al que me envió.

    Regreso de los setenta

    17. Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, y los demonios se nos sujetan a nosotros en tu nombre.

    18. Y díjoles, con templaba a Satanás, cayendo como un rayo del cielo.

    19. He aquí os doy la potestad de poner el pie sobre serpientes y escorpiones y sobre toda la fuerza del enemigo y nada os dañará.

    20. Solamente no os gocéis de esto que los espíritus se os sujetan a vosotros; más bien gózaos de que vuestros nombres están inscritos en los cielos. (Sal. 69:28).

    Jesús se regocija

    21. En aquella misma hora, Jesús se alegró en el espíritu y dijo: Te alabo, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a sabios y entendidos, y las revelaste a niños. ¡Sí, Padre! así hubo buena voluntad delante de ti.

    22. Todo me fué entregado por mi Padre, y nadie sabe quién es el hijo, sino el Padre, ni quién es el Padre, sino el hijo, y aquel a quien el hijo quisiere revelarlo.

    23. Y volviéndose a los discípulos, les dijo en particular: Bien aventurados los ojos que ven lo que veis,

    24. porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver los que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron.

    El buen samaritano

    25. He aquí un doctor de la Ley se levantó probándole y diciendo: ¡Maestro! ¿qué haré para heredar vida eterna?

    26. El le dijo: En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?

    27. El, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma y de toda tu fuerza y de toda tu mente (Deut. 6:5), y a tu prójimo como a ti mismo (Lev. 19:18).

    28. Díjole: Bien respondiste. Haz esto y vivirás.

    29. Mas él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: Y ¿quién es mi prójimo?

    30. Y le contestó Jesús: Un hombre descendía de Jerusalem a Jericó y cayó en manos de salteadores los cuales, después de despojarle y herirle, se fueron, dejándole medio muerto.

    31. Por casualidad un sacerdote descendía por aquel camino, y viéndole pasó de largo.

    32. Así mismo un levita, llegando al lugar y viéndole, pasó de largo.

    33. Mas un samaritano, que viajaba, vino cerca de él y viéndole fué movido a compasión;

    34. y acudiendo vendóle las heridas echando aceite y vino. Poniéndole sobre su propia bestia le llevó a una posada y cuidó de él.

    35. Y al día siguiente al partir, sacando dos denarios, los dio al mesonero, y díjole: Cuidad de él; y cualquier cosa que demás gastares, yo al regresar te lo pagaré.

    36. ¿Cuál, pues, de estos tres, te parece haber sido prójimo de aquél que cayó en manos de los salteadores?

    37. Y él dijo: El que practicó la misericordia con él. Díjole Jesús: Ve y tú haz lo mismo.

    Jesús visita a Marta y a María

    38. Aconteció al caminar ellos que él entró en una aldea, y una mujer por nombre Marta, le recibió en su casa.

    39. Y ésta tenía una hermana llamada María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, escuchaba su palabra.

    40. Pero Marta estaba preocupada con quehaceres. Parándose dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola a servir? Dile, pues, que me ayude.

    41. Respondiendo Jesús le dijo: Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas;

    42. de una cosa hace falta, y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada.