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viernes, julio 19, 2024
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    Lucas 6 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

    Los discípulos recogen espigas en el día de reposo

    1. Aconteció en un sábado segundo primero, que Jesús caminaba por unos sembrados y sus discípulos arrancaban las espigas y comían estregándolas con las manos

    2. y algunos de los fariseos le dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer el sábado?

    3. Y Jesús les respondió: ¿Ni aun esto leísteis lo que hizo David, cuando tuvo hambre él, y los que estaban con él?

    4. Cómo entró en la casa de Dios y tomó los panes de la proposición y los comió y dio también a los que estaban con él, los cuales no era lícito comer sino a solos los sacerdotes.

    5. Y les decía: Señor aún del sábado es el hijo del hombre.

    El hombre de la mano seca

    6. Aconteció también en otro sábado que Jesús entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre, cuya mano derecha era seca

    7. y le acechaban los escribas y los fariseos, si en el sábado le curaría para hallar de qué acusarle.

    8. Mas él conocía los pensamientos de ellos y dijo al hombre que tenía seca la mano: ¡Levántate y ponte en medio. Y él, levantándose, púsose en pie.

    9. Díjoles Jesús: Os pregunto una cosa: ¿Es lícito en el sábado hacer bien o hacer mal, salvar o perder una persona?

    10. Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él así lo hizo y fué restablecida su mano como la otra.

    11. Y ellos fueron llenados de furor, y hablaban los unos con los otros qué harían a Jesús.

    Elección de los doce apóstoles

    12. Aconteció en aquellos días que salió al monte a orar, y estaba pasando la noche en la oración a Dios.

    13. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y escogiendo de ellos doce a quienes él también dio el nombre de apóstoles:

    14. a Simón a quien también dio el nombre de Pedro y a Andrés su hermano, a Jacobo y Juan, a Felipe y a Bartolomé,

    15. a Mateo y Tomás, a Jacobo hijo de Alfeo y Simón llamado Zelote,

    16. a Judas hijo de Jacobo y Judas, iscariote, el que también fué traidor.

    Jesús atiende a una multitud

    17. Y descendiendo con ellos, paróse en un lugar llano y había gran número de sus discípulos, y mucha gente del pueblo de toda la Judea y de Jerusalem y del litoral de Tiro y de Sidón que vinieron a oírle y para ser sanados de sus enfermedades;

    18. y los atormentados de espíritus inmundos eran curados.

    19. Y toda la gente procuraba tocarle, porque una fuerza salía de él, y los curaba a todos.

    Bienaventuranzas y ayes

    20. Y él alzando los ojos hacia sus discípulos decía: Bienaventurados, vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

    21. Bienaventurados vosotros los hambrientos ahora porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora porque reiréis.

    22. Bienaventurados sois, cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí y os insultaren y echaren vuestro nombre como malo a causa del hijo del hombre.

    23. Gózaos en aquel día y saltad de alegría. He aquí, pues, vuestro galardón es grande en el cielo; eso mismo hacían a los profetas los padres de ellos.

    24. Mas, ay de vosotros ¡los ricos! porque tenéis recibido vuestro consuelo.

    25. ¡Ay de vosotros los que estáis hartos ahora porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís porque os lamentaréis y lloraréis!

    26. Ay de vosotros cuando hablarán bien de vosotros todos los hombres, porque lo mismo hacían a los falsos profetas los padres de ellos.

    El amor hacia los enemigos, y la regla de oro

    27. Mas os digo a vosotros que escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen,

    28. bendecid a los que os maldicen y orad por los que os provocan.

    29. Y al que te golpea en la mejilla, preséntale también la otra y al que te quita la capa, no defiendas también la túnica.

    30. A todo el que te pide da, y de quien quita lo tuyo, no lo reclames.

    31. Y como queréis que os hagan los hombres vosotros también hacedles a ellos igualmente.

    32. Y si amáis a los que os aman, ¿cuál gracia tenéis? porque también los pecadores aman a los que los aman

    33. y si hacéis bien a los que os hacen bien ¿cuál gracia tenéis? porque también los pecadores hacen lo mismo.

    34. Y si prestáis a los de quienes esperáis recibir, ¿cuál gracia tenéis?, porque también los pecadores prestan a los pecadores para recobrar otro tanto.

    35. Además amad a vuestros enemigos y haced bien y prestad sin esperar nada en cambio y será grande vuestro galardón y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno para los ingratos y malos.

    36. Sed pues misericordiosos como también vuestro Padre es misericordioso.

    El juzgar a los demás

    37. No juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados. Perdonad y seréis perdonados.

    38. Dad y os será dado. Medida buena, apretada, remecida y colmada os dará en vuestro seno, porque con el metro con que medís, os será vuelto a medir.

    39. Y decíales una parábola: ¿Puede un ciego guiar a un ciego? ¿no caerán ambos en un hoyo?

    40. No hay discípulo superior a su maestro y todo bien preparado será como su maestro.

    41. Por qué miras el arista que está en el ojo de tu hermano, mas en la viga que está en el propio ojo no te fijas?

    42. O, ¿cómo decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la arista que está en tu ojo, no viendo tú mismo la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita! saca primero de tu ojo la viga, y entonces verás bien para echar fuera el arista que está en el ojo de tu hermano.

    Por sus frutos los conoceréis

    43. Pues no hay árbol bueno que dé fruto gastado, ni árbol maleado que dé fruto bueno.

    44. Cada árbol pues por su fruto se conoce. Porque de espinos no se cogen higos, ni de zarza no se vendimian uvas.

    45. El hombre bueno del buen tesoro de su corazón produce lo bueno y el mal hombre del mal tesoro de su corazón produce lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

    Los dos cimientos

    46. ¿Por qué me llamáis: ¡Señor!, ¡Señor! y no hacéis lo que digo?

    47. Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las pone por obra os mostraré a quién es semejante.

    48. Es semejante a un hombre que edifica una casa, él cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la peña, y venida una tromba, dio con ímpetu el río contra aquella casa y no pudo moverla, porque estaba fundada sobre la peña.

    49. Mas el que oyó y no puso por obra es semejante a un hombre que edificó una casa sobre la tierra, sin fundamento; contra ella dio el río con ímpetu, y en el acto se cayó y fué grande la ruina de aquella casa. "