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viernes, julio 19, 2024
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    Lucas 8 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

    Mujeres que sirven a Jesús

    1. Y aconteció, en seguida, que él andaba por ciudad y aldea, predicando y anunciando el reino de Dios, y con él los doce,

    2. y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades, María, la llamada magdalena, de la cual habían salido siete demonios,

    3. y Juana, mujer de Chusa, intendente de Herodes, Susana y otras muchas, las cuales le asistían de sus bienes.

    Parábola del sembrador

    4. Congregándose gran muchedumbre, y los que de cada ciudad acudían a él, dijo por parábola:

    5. Salió el que siembra, a sembrar su semilla, y al sembrar, una parte cayó junto al camino, y fué hollada, y las aves del cielo se la comieron,

    6. otra cayó sobre la roca, y brotando fué secada por no tener humedad;

    7. otra cayó en medio de las espinas, y creciendo juntamente las espinas, la ahogaron,

    8. y otra cayó en la tierra buena, y brotando dio fruto a ciento por uno. Diciendo estas cosas, clamaba: El que tiene oídos para oír oiga.

    9. Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola:

    10. El dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios, mas a los demás es en parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. (Is. 6:9.)

    11. Esta es la parábola: La semilla es la palabra de Dios.

    12. Los de junto al camino son los que oyen, después viene el diablo, y quita la palabra del corazón de ellos para que al no creer sean salvados.

    13. Los de sobre la roca son los que, cuando oyen, con gozo reciben la palabra; y estos no tienen raíz, por un momento creen; y en el momento de la probación se apartan.

    14. Lo que cayó entre las espinas son los que oyeron, y por inquietudes y riquezas y delicias de la vida irán ahogándose, y no llevan fruto a madurez.

    15. Y lo que en la buena tierra, son éstos los que, oyendo la palabra, en corazón sano y bueno la retienen y dan fruto con constancia.

    Nada oculto que no haya de ser manifestado

    16. Ninguno, después de encender una lámpara, la cubre con vaso, o la pone debajo de la cama, mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz.

    17. Porque no hay cosa oculta que no venga a ser manifiesta, ni cosa secreta que no será conocida, y vendrá a ser notoria.

    18. Mirad, pues, cómo oís porque al que tiene le será dado, y al que no tuviere, aun lo que piensa tener le será quitado.

    La madre y los hermanos de Jesús

    19. Y vinieron a él su madre y sus hermanos, y no podían llegar a él, a causa de la multitud,

    20. y le fué dado aviso: Tu madre y tus hermanos están fuera, queriendo verte.

    21. Pero él respondiendo, dijo a ellos: Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen por obra.

    Jesús calma la tempestad

    22. Aconteció en uno de aquellos días que él entró en un barco con sus discípulos, y les dijo: Pasemos a la otra ribera del lago. Y fueron llevados afuera.

    23. Mientras navegaban, él se durmió, y cayó sobre el lago un huracán de viento, y se henchían de agua y peligraban.

    24. Acercándose a él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro! ¡maestro! perecemos. El, despertado, reprendió al viento y a los olas; y sosegáronse, y se hizo calma.

    25. Y dijoles: ¿Dónde está vuestra fe? Atemorizados, se maravillaron, diciendo los unos a los otros: ¿Quién es éste que aun a los vientos y al agua manda, y le obedecen?

    El endemoniado gadareno

    26. Y navegaron a la tierra de los gadarenos la cual está en la ribera opuesta a la Galilea.

    27. Al bajar él a tierra vino a su encuentro un hombre de la ciudad que tenía demonios desde bastante tiempo, y no llevaba vestido y no moraba en casa, sino en los sepulcros.

    28. Viendo a Jesús, y gritando, postróse delante de él y a gran voz dijo: ¿Qué tengo que ver contigo, Jesús, hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes,

    29. porque intimaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, porque desde mucho tiempo se había apoderado de él y estaba atado con cadenas y grillos, custodiado. Y rompiendo las prisiones era impelido por el demonio a los desiertos.

    30. Y le preguntó Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión, porque muchos demonios habían entrado en él.

    31. Y le rogaban que no les mandase irse al abismo.

    32. Había allí una piara de muchos cerdos, que estaban paciendo en el monte, y le suplicaban que los dejase entrar en aquéllos. Y se lo permitió.

    33. Saliendo del hombre, los demonios entraron en los cerdos, y se precipitó la piara por el despeñadero en el lago y se ahogó.

    34. Viendo lo que había acontecido, los que los guardaban huyeron y se fueron a dar aviso a la ciudad y a los campos.

    35. Salieron a ver lo que había sucedido, y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre del cual habían salido los demonios, vestido y en su juicio, sentado a los pies de Jesús, y fueron atemorizados.

    36. Y contáronles también los que lo vieron, cómo fué salvado el endemoniado,

    37. y le rogó toda la gente de la región de los gadarenos que se fuese de ellos, porque estaban sobrecogidos con gran temor. Y él, subiendo en la barca se volvió.

    38. Y le rogaba el hombre del cual habían salido los demonios, estar con él, mas Jesús le despidió, diciendo.

    39. Vuelve a tu casa, y cuenta todo lo que te hizo Dios. Y él se fué publicando por toda la ciudad todo lo que le hizo Jesús.

    La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

    40. Aconteció al volver Jesús, que le acogió la muchedumbre, porque todos estaban aguardándole.

    41. He aquí vino un varón, llamado Jairo, (él era jefe de la sinagoga) y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa,

    42. porque tenía una hija única, como de doce años de edad, y ella se estaba muriendo. Al ir, la gente lo apretaba.

    43. Y una mujer que tenía un flujo de sangre desde doce años, la cual después de haber gastado en médicos cuanto tenía, no pudo ser curada por ninguno,

    44. llegándose por detrás, tocó el fleco de su vestido, y al instante estancó la hemorragia.

    45. Y dijo Jesús: ¿Quién me tocó? Negándolo todos, dijo Pedro y los otros con él: Maestro, las gentes te aprietan y te estrechan, y dices: ¿Quién me tocó?

    46. Pero Jesús dijo: Me tocó alguien, porque yo conocí que una fuerza salió de mí.

    47. Viendo, pues, la mujer que no se había escondido, vino temblando y echándose a sus pies le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada.

    48. Y él le dijo: ¡Animo! hija, tu fe te ha salvado, vete en paz.

    49. Y estando él aun hablando, vino alguien de casa del jefe de la sinagoga, diciéndole: Ha fallecido tu hija. No molestes más al Maestro.

    50. Oyéndolo Jesús, respondió a él: No temas, solamente cree y ella será salvada.

    51. Llegando a la casa, no dejó entrar a nadie con él, sino a Pedro, Jacobo y Juan y al padre de la niña y la madre.

    52. Y todos lloraban y la plañían. Mas él dijo: No lloréis, no murió, sino que duerme.

    53. Y se burlaban de él, sabiendo que había muerto.

    54. Y tomándola de la mano llamó a gran voz: Niña, despiértate,

    55. Y volvió su espíritu, y se levantó en seguida. Y él mandó que le diesen de comer.

    56. Y quedaron atónitos sus padres; y él les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido.