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    Juan 11 - Nueva Biblia Española (1975)

    Muerte de Lázaro

    1. Había cierto enfermo, Lázaro, que era de Betania, de la aldea de María y de su hermana Marta.

    2. (María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con el pelo, y su hermano Lázaro estaba enfermo).

    3. Las hermanas le enviaron recado: Señor, mira que tu amigo está enfermo.

    4. Al oírlo, dijo Jesús: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que por ella se manifieste la gloria del Hijo de Dios.

    5. Jesús quería a Marta, a su hermana y a Lázaro.

    6. Al enterarse de que estaba enfermo, se quedó aún así dos días en el lugar donde estaba.

    7. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos otra vez a Judea.

    8. Los discípulos le dijeron: Maestro, hace nada querían apedrearte los judíos, y ¿te marchas otra vez allí?.

    9. Replicó Jesús: ¿No hay doce horas de día? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo;

    10. en cambio, si uno camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.

    11. Esto dijo y después añadió: Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo.

    12. Le dijeron los discípulos: Señor, si se ha dormido, saldrá adelante.

    13. Pero Jesús lo había dicho de su muerte; ellos, en cambio, pensaron que hablaba del sueño natural.

    14. Entonces Jesús les dijo abiertamente: Lázaro ha muerto,

    15. y me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que lleguen a creer. Ea, vamos a verlo.

    16. Entonces Tomás, es decir, Mellizo, dijo a sus compañeros: Vamos también nosotros a morir con él.

    Jesús, la resurrección y la vida

    17. Al llegar Jesús, encontró que ya llevaba cuatro días en el sepulcro.

    18. Betania estaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros,

    19. y muchos judíos del sistema habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por el hermano.

    20. Al enterarse Marta de que llegaba Jesús, le salió al encuentro, mientras María se quedaba en la casa.

    21. Dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;

    22. pero, incluso ahora, sé que todo lo que le pidas a Dios, Dios te lo dará.

    23. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

    24. Respondió Marta: Ya sé que resucitará en la resurrección del último día.

    25. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que me presta adhesión, aunque muera, seguirá viviendo;

    26. y todo el que ya vive y me presta adhesión, no morirá nunca. ¿Crees esto?

    27. Ella le contestó: Sí, Señor, yo creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

    Jesús llora ante la tumba de Lázaro

    28. Dicho esto, se marchó y llamó a María, su hermana, diciéndole en secreto: El maestro está ahí y te llama.

    29. Ella, al oírlo, se levantó deprisa y se dirigió adonde estaba él.

    30. Jesús no había llegado todavía a la aldea, estaba aún en el lugar donde había ido Marta a encontrarlo.

    31. Los judíos que estaban con María en la casa, dándole el pésame, al ver que se había levantado deprisa y había salido, la siguieron, pensando que se marchaba al sepulcro a llorar allí.

    32. Cuando llegó María a donde estaba Jesús, al verlo se le echó a los pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

    33. Jesús entonces, al ver que lloraba ella y que lloraban los judíos que la acompañaban, se reprimió con una sacudida

    34. y preguntó: ¿Dónde lo han puesto? Le contestaron: Ven a verlo, Señor.

    35. A Jesús se le saltaron las lágrimas.

    36. Los judíos comentaban: ¡Observen cuánto lo quería!

    37. Pero algunos de ellos dijeron: Y éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que tampoco éste muriese?

    Resurrección de Lázaro

    38. Jesús entonces, reprimiéndose de nuevo, se dirigió al sepulcro. Era una cueva y una losa estaba puesta en la entrada.

    39. Dijo Jesús: Quiten la losa. Le dice Marta, la hermana del difunto: Señor, ya huele mal, lleva cuatro días.

    40. Le contestó Jesús: ¿No te he dicho que si llegas a creer verás la gloria de Dios?

    41. Entonces quitaron la losa. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: Gracias, Padre, por haberme escuchado.

    42. Aunque yo sabía que siempre me escuchas; pero lo digo por la gente que está alrededor, para que lleguen a creer que tú me has enviado.

    43. Dicho esto, dio un grito con voz muy fuerte: ¡Lázaro, ven fuera!

    44. Salió el muerto con las piernas y los brazos atados con vendas; la cara se la habían envuelto en un sudario. Les dijo Jesús: Desatadlo y dejadlo que se marche.

    El complot para matar a Jesús

    45. Muchos de los judíos que habían ido a ver a María y habían presenciado lo que hizo, le dieron su adhesión.

    46. Algunos de ellos, sin embargo, fueron a ver a los fariseos y les refirieron lo que había hecho Jesús.

    47. Los sumos sacerdotes y los fariseos reunieron entonces una sesión del Consejo y decían: ¿Qué hacemos? porque ese hombre realiza muchas señales.

    48. Si lo dejamos seguir así, todos Van a darle su adhesión y vendrán los romanos y quitarán de en medio nuestro lugar sagrado e incluso nuestra nación.

    49. Pero uno, que era de ellos, Caifas, siendo sumo sacerdote el año aquél, les dijo: Ustedes no saben nada de nada,

    50. ni calculan tampoco que les conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera.

    51. Esto no lo dijo por cuenta propia; siendo sumo sacerdote el año aquél profetizó que Jesús iba a morir por la nación;

    52. y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios dispersos.

    53. Así aquel día acordaron matarlo.

    54. Por eso Jesús dejó de andar en público entre los judíos del sistema y se fue de allí a la región cercana al desierto, a Efraín, una ciudad así llamada, y allí se quedó con los discípulos.

    55. Estaba cerca la Pascua de los Judíos y subieron muchos del campo a Jerusalén antes de la Pascua, para lavar su impureza.

    56. Buscaban a Jesús y comentaban entre ellos, sin moverse del templo: ¿Qué les parece?, ¿que no vendrá a las fiestas?

    57. Por su parte, los sumos sacerdotes y los fariseos tenían dada la orden de que si alguien se enteraba dónde estaba, que avisara, para prenderlo.