31.4 C
Miami
lunes, agosto 26, 2024
Más


    Salmos 38 - Torres Amat

    Oración de un penitente Salmo de David, para recordar.

    1. Oh Señor, no me reprendas en medio de tu saña; ni en medio de tu cólera me castigues.

    2. Porque se me han clavado tus saetas y has cargado sobre mí tu mano.

    3. No hay parte sana en todo mi cuerpo, a causa de tu indignación; se me estremecen los huesos cuando considero mis pecados.

    4. Porque mis maldades sobrepujan por encima de mi cabeza; y como una carga pesada me tienen agobiado.

    5. Se enconaron y corrompieron mis llagas, a causa de mi necedad.

    6. Estoy hecho una miseria y encorvado hasta el suelo; ando todo el día cubierto de tristeza.

    7. Porque mis entrañas están llenas de ardor, y no hay en mi cuerpo parte sana.

    8. Afligido estoy y abatido en extremo; la fuerza de los gemidos de mi corazón me hace prorrumpir en alaridos.

    9. Oh Señor, bien ves todos mis deseos, y no se te ocultan mis gemidos.

    10. Mi corazón está conturbado; he perdido mis fuerzas; y hasta la misma luz de mis ojos me ha faltado ya.

    11. Mis amigos y mis deudos se arrimaron y se apostaron contra mí; y mis allegados se pararon a lo lejos.

    12. Entretanto aquellos que procuraban mi muerte, hacían todos sus esfuerzos; y los que anhelaban dañarme, hablaban mil sandeces; y estaban todo el día maquinando engaños.

    13. Pero yo, como si fuera sordo no los escuchaba, y estaba como mudo, sin abrir la boca.

    14. Y me hice como quien nada oye, y no tiene palabras con que replicar.

    15. Porque en ti tengo puesta, Señor, mi esperanza; tú me oirás, ¡oh Señor Dios mío!

    16. Pues yo dije: No triunfen sobre mí mis enemigos; los cuales, cuando ven vacilantes mis pies, se vanaglorian contra mí.

    17. Verdad es que yo estoy resignado al castigo; y siempre tengo presente mi dolor.

    18. Yo mismo confesaré mi iniquidad, y andaré siempre pensativo por causa de mi pecado.

    19. Entretanto mis enemigos viven, y se han hecho más fuertes que yo; y se han multiplicado los que me aborrecen injustamente.

    20. Los que vuelven mal por bien murmuraban de mí, porque seguía la virtud.

    21. ¡Ah! No me desampares, Señor Dios mío; no te apartes de mí.

    22. Acude pronto a socorrerme, ¡oh Señor Dios, salvador mío!