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    Mateo 15 - Versión Israelita Nazarena 2011

    Lo que contamina al hombre

    1. Entonces se acercaron a Yahoshúa unos fariseos y escribas de Yerushaláyim, diciendo:

    2. “¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan”.

    3. Él les respondió diciendo: “¿Por qué también ustedes quebrantan el mandamiento de Elohim por causa de su tradición?

    4. Porque Elohim dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y: ‘El que maldiga a su padre o a su madre muera irremisiblemente’.

    5. Pero ustedes dicen que cualquiera que diga a su padre o a su madre: “Aquello con que pudiera beneficiarte lo he dado de ofrenda a Elohim”,

    6. no tiene que honrar a su padre. Así han invalidado la palabra de Elohim por causa de la tradición de ustedes.

    7. Hipócritas, bien profetizó Yeshayah de ustedes diciendo:

    8. ‘Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de mí.

    9. Y en vano me rinden culto, enseñando como doctrina mandamientos de hombres’”.

    10. Entonces, llamando a sí a la multitud, les dijo: “¡Oigan y entiendan!

    11. Lo que entra en la boca no contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre”.

    12. Entonces se acercaron los discípulos y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos se ofendieron al oír esas palabras?”

    13. Pero él respondió y dijo: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial será desarraigada.

    14. Déjenlos. Son ciegos guías de ciegos. Pero si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo”.

    15. Respondió Kefá y le dijo: “Explícanos esa parábola”.

    16. Yahoshúa dijo: “¿También ustedes carecen de entendimiento?

    17. ¿No entienden que todo lo que entra en la boca va al estómago y sale a la letrina?

    18. Pero lo que sale de la boca viene del corazón, y eso contamina al hombre.

    19. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios y las blasfemias.

    20. Estas cosas son las que contaminan al hombre, pero el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.

    La fe de la mujer cananea

    21. Cuando Yahoshúa salió de allí, se fue a las regiones de Tsor y de Tsidón.

    22. Entonces una mujer kenaanita que había salido de aquellas regiones, clamaba diciendo: “¡Maestro, Hijo de Dawid, ten misericordia de mí! Mi hija está gravemente atormentada por un demonio”.

    23. Pero él no le respondía palabra. Entonces se acercaron sus discípulos y le rogaron diciendo: “Despídela, pues va gritando tras nosotros”.

    24. Y respondiendo dijo: “A mí no me han enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Yisrael”.

    25. Entonces ella vino y se postró delante de él diciéndole: “¡Maestro, socórreme!”

    26. Él le respondió: “No es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos”.

    27. Y ella dijo: “Sí, Maestro; pero hasta los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus dueños.

    28. Entonces respondió Yahoshúa y le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que te suceda como deseas”. Y su hija quedó sana desde aquella hora.

    Jesús sana a muchos

    29. Cuando Yahoshúa partió de allí, fue junto al mar del Galil, y subiendo al monte se sentó allí.

    30. Entonces se acercaron a él grandes multitudes que tenían consigo cojos, ciegos, mancos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a los pies de Yahoshúa, y él los sanó;

    31. de manera que la gente se maravillaba al ver a los mudos hablar, a los mancos sanos, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y glorificaban a Elohim de Yisrael.

    Alimentación de los cuatro mil

    32. Yahoshúa llamó a sus discípulos y dijo: “Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino”.

    33. Entonces sus discípulos le dijeron: “¿De dónde conseguiremos nosotros tantos panes en un lugar desierto, como para saciar a una multitud tan grande?”

    34. Yahoshúa les dijo: “¿Cuántos panes tienen ustedes?” Ellos dijeron: “Siete, y unos pocos pescaditos”.

    35. Entonces él mandó a la multitud que se recostara sobre la tierra.

    36. Tomó los siete panes y los pescaditos, y después de dar gracias los partió e iba dando a los discípulos, y los discípulos a las multitudes.

    37. Todos comieron y se saciaron, y recogieron siete canastas llenas de los sobrantes de los pedazos.

    38. Los que comían eran cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

    39. Entonces, una vez despedida la gente, subió en el barco y se fue a las regiones de Magadán.