Job 16 - Version Moderna (1929)Job se queja contra Dios1. ENTONCES respondió Job, y dijo: 2. Yo he oído muchas cosas como éstas: ¡consoladores molestos sois todos vosotros¡ 3. ¿Tendrán fin las palabras vacías? ¿o qué te provoca, para que respondas así? 4. Yo también podría hablar como vosotros: si vuestra alma estuviera en el lugar de mi alma, yo podría ensartar contra vosotros palabras, y menear contra vosotros la cabeza. 5. Pero os alentaría con mi boca, y la consolación de mis labios mitigaría vuestro dolor. 6. Mas si yo hablo, no se mitiga mi dolor, y si dejo de hablar, no por eso se aleja de mí. 7. Ciertamente ahora Dios me ha desalentado: tú has desolado toda mi familia; 8. y a mí me has llenado de arrugas: esto se tiene por testigo contra mí; levantándose contra mí mi flacura, en mi misma cara responde. 9. Su ira me despedaza y me persigue; él cruje contra mí sus dientes; como adversario mío, aguza sus ojos contra mí. 10. Mis contrarios ensanchan contra mí su boca; afrentándome, me hieren en las mejillas; a una se coligan contra mí. 11. Dios me ha entregado al inicuo; y en mano de malvados me ha precipitado. 12. Descansado estaba yo, pero él me ha sacudido violentamente; pues asióme por la cerviz, y me ha hecho pedazos, y me ha puesto por blanco de sus flechas. 13. Se me ponen en derredor sus arqueros: destroza mis riñones, sin tener piedad: derrama por tierra mi hiel. 14. Me rompe con quebranto sobre quebranto; corre contra mí como guerrero. 15. Por eso he cosido saco sobre mi piel, y pongo mi cabeza en el polvo. 16. Mi cara está inflamada con el lloro, y sobre mis párpados descansa la sombra de muerte; 17. aunque no hay violencia en mis manos, antes bien ha sido pura mi oración. 18. ¡Oh Tierra, no encubras tú mi sangre, y no haya en ti lugar para mi clamor! 19. Ahora mismo, he aquí que en el cielo está mi testigo, y el que garantiza mi inocencia está en las alturas. 20. Hacen ludibrio de mí mis amigos; mas a Dios vuelvo mis ojos deshecho en lágrimas; 21. para que él defienda la causa de un hombre ante el mismo Dios, y de un hijo del hombre ante su prójimo. 22. Porque los cortos años se van pasando, y yo tengo que andar una senda por donde no volveré. |