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jueves, julio 18, 2024
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    Mateo 14 - Version Moderna (1929)

    Muerte de Juan el Bautista

    1. EN aquel tiempo Herodes el Tetrarca oyó la fama de Jesús;

    2. y dijo a sus servidores: Éste es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos; y por tanto estos poderes milagrosos obran en él.

    3. Porque Herodes había prendido a Juan, y le había aherrojado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe, su hermano:

    4. porque Juan le había dicho: No te es lícito tenerla.

    5. Y queriendo él matarle, temía al pueblo; porque todos tenían a Juan por profeta.

    6. Mas cuando vino el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en medio de los convidados, y agradó a Herodes:

    7. por lo cual él le prometió, con juramento, darle cuanto pidiese.

    8. Y ella, instigada por su madre, dijo: Dame aquí, en un trinchero, la cabeza de Juan el Bautista.

    9. Y entristecióse el rey: pero a causa de sus juramentos, y de los que le acompañaban en la mesa, mandó dársela.

    10. Y enviando un soldado, le cortó a Juan la cabeza en la cárcel.

    11. Y fué traída la cabeza en un trinchero, y dada a la doncella; ella la llevó a su madre.

    12. Y llegándose los discípulos de Juan, tomaron el cadáver, y lo sepultaron; y yendo, se lo contaron a Jesús.

    Alimentación de los cinco mil

    13. ¶Y oyéndolo Jesús, se retiró de allí en una barca a un lugar desierto y apartado; mas cuando las gentes oyeron esto, le siguieron a pie desde las ciudades.

    14. Y al salir Jesús vió una gran multitud de gente, y tuvo compasión de ellos, y sanó a sus enfermos.

    15. Y cuando era la tarde, los discípulos vinieron a él, diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya ha pasado; despide las gentes, para que se vayan a las aldeas y compren para sí alimentos.

    16. Mas Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.

    17. Y ellos dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces.

    18. Y díjoles: Traédmelos acá.

    19. Y habiendo mandado a las multitudes que se recostasen sobre la hierba, tomó los cinco panes, y mirando al cielo, los bendijo: y quebrando los panes, diólos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes.

    20. Y comieron todos, y se saciaron; y alzaron de los fragmentos que sobraron, doce cestos llenos.

    21. Y los que comieron fueron cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

    Jesús anda sobre el mar

    22. ¶E inmediatamente Jesús obligóa los discípulos a entrar en la barca, e ir delante de él al otro lado, en tanto que él despedía las multitudes.

    23. Y habiendo despedido las multitudes, subió a la montaña aparte, para orar; y cuando anochecía, estaba allí solo.

    24. Mas la barca estaba ya en medio del mar, combatida por las olas; porque el viento era contrario.

    25. Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús fué hacia ellos andando sobre el mar.

    26. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Es un aparecido! y de miedo comenzaron a dar voces.

    27. Pero al instante Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy; no tengáis miedo!

    28. Entonces respondiendo Pedro, le dijo: Señor, si tú eres, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

    29. Y él dijo: Ven. Pedro pues, bajándose de la barca, anduvo sobre las aguas para ir a Jesús.

    30. Mas viendo borrascoso el viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, clamó, diciendo: ¡Señor, sálvame!

    31. Y al instante Jesús extendiendo la mano, trabó de él, y le dice: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?

    32. Y al entrar ellosen la barca,el viento se calmó.

    33. Y los que estaban en la barca, llegándose, le adoraron, diciendo: Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.

    Jesús sana a los enfermos en Genesaret

    34. Y habiendo atravesado el lago, llegaron a la tierra de Genesaret.

    35. Y cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y le trajeron todos los que estaban enfermos;

    Jesús explica la parábola de la cizaña

    36. y le rogaban que les permitiese tocar siquiera el borde de su vestido; y cuantos le tocaron, quedaron perfectamente sanos.